Soy una catástrofe, un desorden creativo, un boicot musical que, siempre encuentra en las letras un refugio perfecto para contar historias y construir momentos perfectos, me gusta escribir sobre comienzos porque nunca he sabido cómo ambientar un final perfecto, siento que los finales son una construcción de tragedias documentadas, normalmente, los finales emocionales carecen de sentido.

Los seres humanos somos una composición perfecta de historias, de momentos, de tragedias; existen momentos trágicamente felices y las tragedias que causan muertes emocionales. Justo ese es el equilibrio de la realidad y la creatividad, el choque de adrenalina que surge después de un momento de caos.

¿Cuántas sonrisas caben en un café? ¿Cuánto amor hace falta para recuperar la descomposición social? ¿Cuántas noches se pueden acompañar de tu persona favorita? ¿De cuántos olvidos se compone un recuerdo? Los seres humanos seleccionamos de forma perfecta los recuerdos, somos amor y rencor en un mismo momento, todo ese remolino emocional nos causa pequeños infartos sentimentales.

Construcción, es la palabra de este nuevo ciclo. Solía escribir el “Manual de los Romances Rotos” porque pensaba que era un museo de romances rotos, irónico, pero hasta cierto punto, eso me dio la columna verbal que estaba buscando para esta nueva etapa; una etapa cuya incertidumbre da más certeza.

No me atrevo a pensar mis días sin café, me declaro adicto y necesito aclarar la razón: El café te puede acompañar en cualquier momento y además, siempre comenzar buenas historias. ¿Y si nos invitamos un café y nos olvidamos del mundo?

En esta nueva etapa, mis letras serán acompañadas del regreso de las listas musicales, además de un regreso inesperado: en abril vuelve mi podcast. Necesito volver a mis pequeñas y dulces muertes emocionales, a mis pausas creativas.  

Nos volvemos a leer y no saben qué gusto me da, bienvenidos.