Los seres humanos también necesitamos una cuarentena emocional, somos una constante búsqueda de piezas incompletas, un eterno laberinto de causas y efectos que vive en la vorágine de la posmodernidad, sin pausas, sin espacios. ¿Cómo se construye en las épocas de una pandemia un vínculo? El exilio, también sana heridas, también construye y nutre el alma.
La enfermedad más grande de este siglo, es la falta de amor propio, vivimos en constante destrucción, somos una sociedad con bastante información pero, poco informada. Juzgamos cada circunstancia y nos creemos capaces de emitir una opinión sólida sobre cualquier tema, creyéndonos capaces de formular verdades absolutas con sólo leer un título.
Esa falta de amor, se refleja en la poca capacidad que tenemos para amar, entonces, debemos deconstruirnos, ser capaces de generar aceptación y olvidar los prejuicios, imaginemos la siguiente escena, un virus también es la clara muestra de nuestro egoísmo, no nos preocupa la sociedad, tenemos una preocupación por nosotros mismos, tanto, que colocamos en el olvido a los marginados, estos humanos invisibles ante nuestros ojos, que sufren pobreza, frío y que no tienen un número de seguridad social.
Entonces… ¿realmente el virus está destinado a destruirnos o somos nosotros mismos con nuestra nula capacidad de empatía y amor propio los que nos terminaremos consumiendo? insisto, para eso existen las cuarentenas emocionales, para reconocer los errores.
Ver los estantes vacíos en una tienda departamental o en un supermercado es sólo un síntoma de paranoia colectiva, un síndrome de persecución asistida, una muestra clara de lo lejanos que estamos del bien común.
Ojalá cierres los ojos al escuchar tu canción favorita, leas poesía, armes las piezas de tu alma que están por romperse, te enamores y ames, te deconstruyas y tengas una auténtica purga emocional.
Espero que tengas ataques de sinceridad, momentos mágicos y te enamores sin límites.
Bienvenido a tu cuarentena emocional.