Un músico sueña con encontrar el lugar donde, pueda cautivar a la gente con su música, un sitio en donde pueda formar parte de la banda sonora que ambientará una cafetería, películas independientes, obras de teatro o simplemente, donde pueda salir a tocar mientras el metro está de fondo. Lo que comenzó como una utopía, se volvió una dulce realidad; no es Nueva York, no es Barcelona, no es Londres, es auténticamente la Ciudad de México, una de las capitales mundiales de la música en donde convergen de forma perfecta artistas de todo el planeta buscando una oportunidad.
Basta sentarse en una cafetería para sentir un mosaico emocional y comenzar una catarsis que, parece un ritual diario, la música de fondo se ameniza con charlas, encuentros perfectos, comida, cerveza, es cierto: La comida siempre será un pretexto para el arte.
Una canción puede ser una llamada al amor, un pretexto para sonreír, para convertir tu día en perfección y para endulzar cualquier tristeza, posiblemente por eso, la Ciudad de México se ha vuelto una capital de la felicidad para todos los que amamos el arte.
Me pasó hace unos días, al llegar, tenía una sonrisa que podía iluminar cualquier oscuridad, no sólo por el reencuentro con compañeros de vida, no sólo por la comida, la sonrisa tenía una explicación: era parte de un mosaico emocional. Me sentía un cineasta, volteaba para un lado y para otro para buscar la toma perfecta de la vida diaria.
Apoyar el talento emergente es, apoyar a tus nuevos detonadores emocionales, a personajes atrevidos que buscan una oportunidad para entrar en tu vida y ser parte de tu banda sonora. ¿Qué pasará cuando salgas por un café y no tenga música de fondo? Es simple, no harás conexión con la historia, ni con sus personajes.
Deja que esas historias te encuentren, atrévete a decir: “Tengo una nueva canción favorita y no sonó en la radio”. Sé parte de una travesía artística, sé cómplice de creativos y soñadores. Nuestra capital es amor a primer acorde.