Todos los romances que han pasado en mi vida, han tenido una constante, momentos dignos de ser recordados, canciones que han marcado la travesía, suspiros, anhelos y errores, muchísimos errores. Justo por eso, mi vida es una colección de piezas inconclusas, de bandas sonoras trágicas y de libros con sabor a recuerdos.
Somos una colección de pasados, una perfecta sinfonía de nombres que no volveremos a nombrar, un cúmulo de suspiros que se van renovando.
El hubiera existe, como anhelo. Somos lo que anhelamos, lo que creemos y lo que sentimos, tenemos una extraña añoranza por el pasado, es cierto, el presente dura un segundo, lo que suceda después de este momento es conocido como futuro, el futuro es un instante carente de certezas; sabemos que llegará pero, desconocemos el resultado.
Los romances que se conjugan en presente tienen una virtud: No se preguntan qué pasará mañana. No preguntan sobre el ayer. Y es que, el ayer es una colección de romances rotos, justo por eso, ese presente existe, no existen presentes románticos con pasados felices. Los pasados felices siguen siendo presente.
Existen amores que fueron fugaces y entregados, pero carentes de presente; es por eso que, los seres humanos somos una digna consecuencia sentimental.
Me he preguntado muchas veces: ¿Por qué me autosaboteo emocionalmente? Cuando todo parece perfecto y la respuesta es simple: Tengo sentimientos exigentes.
Basta de amores mediocres y monótonos; todos estamos aquí para trascender y tener historias dignas de ser contadas. Historias llenas de canciones, suspiros y andares, seamos consecuencias que merezcan páginas enteras.
Muy muy cierto, yo soy una digna consecuencia sentimental.