Nunca fui un niño tradicional, cuando era pequeño armaba rompecabezas durante horas, estudié en un kinder Montessori, me volví autodidacta, quizás esa fue una de las razones por las que, este zurdo míope nunca tuvo buenos resultados en la primaria, secundaria, preparatoria… ¡Basta, me fue bien en la universidad!
Desarrollé una pasión por los medios de comunicación desde muy pequeño y encontré mi profesión: Contar historias. Por eso mismo decidí que, en mi currículo tenía que comenzar con una mezcla de historias y pasión por la vida. (Ve mi Currículo)
He sido un comunicador independiente durante años, eso me volvió publicista.
Existen personas como yo, que se encargan de colocar bandas sonoras en la vida de la gente, esa fue la razón por la que comencé en la radio; amaba contar historias y acompañarlas de momentos perfectos.
Nunca fui músico, fui musical; necesitaba la música en cada instante de mi vida, crecí entre canciones y romances fallidos, era una relación directamente proporcional y en ocasiones destructiva. Involuntariamente, la música me hizo escribir, la música me volvió publicista, la música me volvió romántico, en resumen: La música cambió mi vida.
Cuando escribía de cine, siempre hablaba de la relación que existía entre la música y las imágenes, llegó a tanto que, siempre buscaba un momento para perderme; para colocarme los audífonos y sentir que, los mejores momentos de mi vida eran ambientados por la banda sonora que yo elegía, que era capaz de cambiar mi estado de ánimo con sólo una canción.
Me han dicho dos cumplidos maravillosos en mi vida; el primero después de una entrevista de radio, la chica que entrevisté comentó: “¿Seguro que no eres músico? Tienes un oído musical como pocos” y el segundo, salió de los labios de una ex-novia: “Tú me cultivaste musicalmente”.
La vida se nutre de placeres y momentos perfectos, es una colección de instantes que nos causan deleite o desastre emocional. Cuando comencé en la radio, tenía 15 años, la razón fue muy sencilla: Amaba contar historias.
Existe una relación muy estrecha entre mis adicciones; ¿Cuántas historias caben en una taza de café? ¿Cuántos momentos perfectos pueden ser ambientados por una canción? ¿Cuántas veces has dicho “esa escena es perfecta por su banda sonora”?
La música está conectada a nuestras emociones, es un laberinto sentimental y es el alimento diario del alma. La vida sin música no sería un error, sería un horror.